miércoles, 7 de mayo de 2014

Hola chavos, la verdad no tenía idea de qué publicar, así que se me ocurrió enseñarles algo de lo que me gusta.
Últimamente he estado siguiendo a un chavo en Tumblr, y todas esas páginas sociales, que se llama Ashauri López, todo esto gracias a un amigo (Leo Rosales).
Él es un escritor para chavos, generalmente escribe experiencias tanto como suyas y de sus fans. Es del D.F. y honestamente me gusta mucho la forma en la que se expresa. Algunas personas dirán que es un poco corriente o vulgar, sin embargo yo pienso que tiene mucha buena vibra para escribir. Es de las pocas personas que escribe para él y no para los demás, claro, como todos los escritores buscan agradar hasta cierto punto, pero escriben para ellos y para su propio desahogo. Ashauri ya publicó 2 libros llamados "Velvet" y "La Caspa del Diablo".
Estuve pensando en cuál de los textos sería el que más me gusta y, honestamente, no sólo tengo un  favorito, así que les dejaré varios y también algunos links por si quieren saber más de él.
http://ashauri.tumblr.com/
https://www.facebook.com/ashauri

Lectores del nuevo milenio.


Me dan mucho miedo los jóvenes que quieren escribir como viejitos, o peor aún, como autores que ya están muertos. No digo que leer a autores del pasado y tomar inspiración de ellos sea algo malo, pero intentar imitarlos utilizando el mismo lenguaje y estilo es definitivamente lo que ha hecho que la literatura esté tan alejada del gusto del público y se asfixie en una elite de lectores. No hay duda de que las ideas de los autores del pasado son valiosas, sin embargo la manera y el lenguaje con el que se expresaron en su tiempo ya no es efectivo para comunicar lo que el contexto actual te provoca en el corazón. Hoy en día tenemos más realidades que nunca, y al menos en la realidad en la que yo vivo hay internet, smartphones, Whatsapp, Tinder, nudepics y niñas metiéndose tampones bañados con vodka en la vagina. La gente ya no lee ni se interesa de la misma manera que en el siglo XVIII o inclusive en los 70s, es más, la gente ya no lee ni se ni se interesa por lo mismo que leyó la semana pasada. No veo el caso de buscar repetir vanguardias del pasado si en el mundo de ahora el lenguaje y las ideas se transforman más rápido que nunca. Me dan miedo porque los imagino creciendo frustrados y amargados por aferrarse a un ideal romántico de algo que ni siquiera vivieron y sólo les contaron sus profesores, padres o los libros que han leído. Me dan miedo porque no sé en dónde terminarán, qué revista editarán, en qué escuela enseñarán, qué puesto en instituciones de cultura ocuparán, cuántas becas a nuevas propuestas negarán, cuantos comentarios de “Tú no haces literatura” escribirán, cuántos nuevos talentos frustrarán. Me dan miedo porque son ellos los que están asesinando lentamente la literatura, en lugar de transformarla para que sea disfrutada por los lectores de este nuevo milenio.

Centrifugados por nuestras emociones.

Cada que alguien me pregunta por qué corté con mi ex novia, la mente se me acelera para realizar dos tareas: primero recordarme la escena precisa donde sucedió el “por qué terminamos”, y luego trabajar en la respuesta falsa y maquillada que voy a dar, algo como: “nuestro ciclo había llegado a su fin, nuestra relación fue como un ciclo de lavado, empezamos llenándonos de amor, después nos agitamos en él hasta que de pronto nos fuimos vaciando de él, pero seguimos dando vueltas por pinches necios y lo hicimos muy rápido, la verdad todo iba muy rápido, vivimos centrifugados por nuestras emociones hasta que de pronto nos detuvimos y nos miramos a los ojos y supimos que nuestro ciclo había terminado, que era hora de secarnos el amor separados”. Creo que decir eso es mejor que decir la verdad, porque la verdad a todo el mundo le parece demasiado cruel, la verdad es que un día desperté y ya no me la quería coger.

Alguien que no nos olvide.

Las relaciones humanas actuales se rigen bajo acuerdos adoptados por nuestra sociedad mucho antes de que naciéramos, un ejemplo claro de esto son los noviazgos, y más a fondo el hecho de que al terminar una relación se quiera casi de manera inconsciente, llevar un protocolo de “corte” adoptado por imitación de tus padres o amigos: borrarse de todas las redes sociales, eliminarse de los contactos del celular, devolverse las cosas, evitar fiestas en común y en caso de encontrarse, saludar al otro con amabilidad, como si ese viaje a la playa, esas cogidas, esos besos al amanecer no hubieran pasado, como si no nos hubiéramos extrañado un chingo y en verdad pudiéramos respirar uno sin el otro. No olvidemos que también se procura no dar datos precisos sobre su rompimiento y evitar noticias del otro y sobre todo llorar. Hay muchas maneras de llorar: cogerse a alguien que no amas bien peda es una manera de llorar. Cortarte el cabello para sentir que eres más hermosa que ayer es una manera de llorar. ¿Por qué nos gusta tanto llorar? La historia humana te asegura que estando dispuesto eventualmente encuentras el amor, sin embargo cuesta desprenderse de los demonios, de las ideas, del “no voy a encontrar a nadie más”. Gracias al impacto del internet y las redes sociales, las relaciones humanas son cada vez más fugaces, hoy en día tenemos la oportunidad de experimentar múltiples relaciones en corto tiempo generando un sin fin de ex novios, ex acostones, ex “no sé qué éramos” que poco a poco iremos olvidando en medio de nuestra búsqueda por encontrar a alguien que no nos olvide.

Y el mejor... (Para mi) 

Lovefool.

La primera chica a la que le declaré mi amor se llamaba Nataly Pérez, lo hice porque creí que sólo una chica llamada Nataly Pérez podría entender a alguien llamado Ashauri López. La primera vez que la vi fue en la formación de las 2 de la tarde a la que llegué a las 2.20 porque no me había cortado el cabello con el casquete corto reglamentario y tuve que subir junto con otros rebeldes a recibir un regaño personal del director. Era agosto y hacia un calor asqueroso en el patio. El grupo de Nataly Pérez se formaba a lado del mío. La vi y me gustó su cabello castaño. Su cuerpo pequeño. Sus ojos color miel. Cada que me la cruzaba en los pasillos del turno vespertino en la Secundaria Anexa sentía que me sonaba “lovefool” en el corazón. Un día salí al baño en medio de la clase de química, y la vi parada en el pasillo, leyendo atentamente un periódico mural. Ese día traía tenis entonces me pude mover como gato. No quería que notará mi presencia. Cuando estuve cerca de ella me quedé parado observándola. Entonces metió su mano debajo de su falda y se acomodó el calzón. La acción en realidad duró un segundo pero aún sigue sucediendo en mi corazón. Justo después de acomodárselo volteó hacia atrás y me vio. No sé que cara puse pero en lugar de reclamarme me preguntó mi nombre. Le dije que era Ashauri López. Ella respondió “Qué cagado, yo me llamo Nataly Pérez”. A partir de ahí la busqué en todos los recesos, le disparé sincronizadas, le presté mi discman para que escuchara “Lovefool”, pero ella no entendía que me gustaba. Así que un día me armé de valor y decidí no hacer la tarea de Español e ir a regalarle mi corazón. Caminé hacia ella. Estaba sola en el pasillo. Le dije con voz de idiota nervioso “Nataly… tú … me gustas mucho… a mí”. Y me fui corriendo con el pretexto de que tenía que hacer tarea de matemáticas. Esperé toda la tarde una respuesta que no llegó. En la noche me armé de valor de nuevo y le pregunté qué había pensado. Ella se rió, sus amigas también, y me dijo que jamás andaría conmigo. Que estaba muy indio. Esa noche lloré. Lloré mucho. Busqué en el diccionario la palabra indio, y seguí llorando hasta que dejó de sonarme “Lovefool” en el corazón.
*Cabe aclarar que estos textos fueron sacados de su página en Tumblr :D
Espero que les haya gustado y ojalá no haya perturbado sus mentes y almas. 

YMSL

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