viernes, 14 de marzo de 2014

Vicios


Hay vicios buenos, vicios malos, y está el vicio de la lectura.

Muy pocas personas entenderán de lo que voy a hablar, y eso es sencillamente porque nadie que no se haya quedado despierto hasta altas horas de la noche sólo para disfrutar del mundo que le proporcionan las páginas de un libro sabe lo que se siente amar de verdad.

Hay una gran cantidad de libros en el mundo, pero hay una cantidad mínima de libros bien escritos que te pueden transportar a un mundo completamente diferente al cotidiano. Cada cabeza es un mundo, y cada libro es un mundo diferente, hay libros que están destinados a sacar de quicio a diferentes cabezas y hay otros destinados a llevar a una sola cabeza al borde de sus emociones y a la mejor sensación que el individuo haya experimentado.

Algunos autores tienen la habilidad de llevarte más allá de las letras del libro, te llevan a pensar en las razones por las cuáles una persona escribe esas cosas, incluso puedes llegar a sentir que se meten en tu vida y sonsacan información para hacer su historia de una manera retorcida o incluso bella.

Si le preguntan a un poeta les dirá mil definiciones del amor, todas dramáticas, si se lo preguntan a un músico les dirá que el amor es eso que sientes al tocar un instrumento, un bailarín dirá que es el dejar el alma en el escenario, yo, en cambio, como muchos otros lectores, les diría que el amor es eso que sientes cuando pasas de tu mundo al mundo de la historia y de ahí a admirar las páginas del libro. Con admirar me refiero exactamente a eso, la contemplas, te parece inalcanzable su poder, con temor la rozas con la yema de tus dedos, ese contacto te estremece, sonríes como tonto, vuelves a pasar tus dedos por esa página, pero esta vez más decidido, deslizas el dedo desde la esquina superior hasta la inferior, entonces tomas la página entre tus dedos y observas la letra, la impresión, la tinta... Cada detalle es perfecto.

Podría gastar mil y una páginas para describir lo hermoso que es tener un libro que te guste, el olor que tiene, la textura de las páginas, el escalofrío que te recorre con ver la portada y el miedo que te entra cuando sabes que lo vas a terminar... De verdad que si una persona no se ha encariñado con un libro y ha tenido ese miedo de terminarlo entonces nunca ha sentido miedo de verdad.

Habrá algunos que piensen igual que yo, habrá demasiados que no estén de acuerdo ni por asomo, pero ¿saben qué? Eso es , precisamente, lo más hermoso de la lectura, casi nadie comprende lo que es una verdadera afición, un verdadero vicio... Una obsesión.







De la Parra

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